last moon

domenica 19 gennaio 2020

Londres para siempre


Mi primera vez en Londres fue en el  1977. 

Hace mucho tiempo. Aún recuerdo el día en que aterricé en el aeropuerto de Heathrow.

 Fue quando  murió Elvis Presley. Recuerdo desde mi autobús, en el interminable camino de una sola dirección que me conduciría a la estación Victoria (según el  boleto de mi autobús), la marcha de los seguidores en honor del cantante  de Memphis. 

Tenían en sus manos signos de su ídolo: "Elvis nunca morirá" o "Elvis para siempre", "Todavía vives en nuestros corazones" y cosas por el estilo.

Yo era un joven lleno de esperanza y pena, en ese momento. Iba a Londres a olvidar un amor no correspondido; o tal vez solo estaba buscando algo que aún no había encontrado.

En ese momento, había abandonado los estudios de mi universidad, sin dinero, sin trabajo, sin amor. Solo como una piedra sola puede ser.

No había sido realmente muy aficionado a Elvis; seguramente mucho más a  Jimmy Hendrix; Elvis era un mito demasiado controvertido a mis ojos; un gran cantante, por supuesto, no diría que no; pero a veces me sentía como si hubiera sido explotado por la industria exitosa estadounidense; ese tipo de negocio capaz de crear (y también destruir, si ellos quisieran) cualquier tipo de mito, cualquier tipo de estrella; '¿ya sabes? Esa clase de víctima del star system americano  como Marilyn Monroe o James Dean. Yo era bastante crítico del capitalismo en ese momento.

Pero, de hecho, ya tenía demasiados problemas por mi cuenta para criticar cualquiera cosa.

Yo solo tenía una dirección en mi bolsillo, de un amigo que había ido previamente a Londres y con quien estaba en contacto. A través de este amigo, me presentaron en un supermercado italiano, en King's Cross Road. Recientemente he estado allí. Donde estaba la tienda, ahora solo queda una insignia, cubierta de polvo.

Encontré buena ayuda allí. Un amigo del dueño, un buen tipo Marchegiani que vendía jamones italianos, queso y otra comida italiana especial, me encontró un trabajo en una fábrica de pizzas, en algún lugar de Farringdon Rd. Y George mismo, me refiero todavìa al tìo Marchegiani, me encontró un lugar para dormir: una habitación en Keystone Crescent, a la vuelta de la esquina de su tienda, donde me cobraron 5 libras por semana, mientras que en la fábrica mi primer salario eran buenas 40 libras semanales.

No estába nada  mal para un principiante.

1. continùa...

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